domingo, 6 de noviembre de 2016

La Casa Gerres i els seus ocupants



Visitando la Casa Gerres para tomar algunas fotos de su entorno encontramos un construcción circular que me recordó a los restos de un pozo de nieve aunque evidentemente no lo era, al carecer de profundidad.




Tomando fotos en la Casa Gerres con mis nietos
Movido por la curiosidad días más tarde visité a los descendientes de las dos familias que la ocuparon en dos momentos distintos del siglo XX para preguntarles por la misma. Gracias a las anécdotas que tanto Ramón Beltrán como Maruja Vañó me contaron, he escrito esta pequeña historia sobre aquella casa y sus ocupantes, que nos dan a conocer un poco más una forma de vida que para mucha gente ya es desconocida.

El nombre de la Casa Gerres o Charres, que es como algunos lo pronunciamos (y que ha sido recogido también en algunos mapas y documentos oficiales), se debe a que en sus comienzos fue una fábrica de tinajas (gerres en valenciano), al menos durante el siglo XIX, pero nada sabemos de quienes la tenían o trabajaban en ella.

Ejemplo de antigua fábrica de tinajas
La tierra arcillosa se sacaba en parte de la propia finca donde todavía hay vetas de la misma.

Tierra arcillosa en la finca, en las proximidades del asentamiento prehistórico

Del horno ya no quedan restos pero las familias que la ocuparon posteriormente piensan que estaba junto a un gran pino ya que precisamente en esa zona, siempre que removían la tierra, salían muchos restos de las antiguas tinajas y que aún hoy en día son fáciles de localizar esparcidas por la superficie de los bancales y también restos quemados procedentes de la cocción.

Posible ubicación del antiguo horno




Fragmentos de tinajas esparcidos por la finca y restos de la cocción de productos cerámicos
Las tinajas antiguamente nos proporcionaban un elemento útil de almacenamiento en las casas que con el tiempo han sido sustituidas por otros objetos de materiales más ligeros y resistentes. Ahora en la mayoría de los casos han quedado relegadas a objetos decorativos.


Cuando la fábrica dejó de funcionar la finca se utilizo con fines agrícolas ya que cuenta con una gran extensión de tierras. 

Vistas de la zona de cultivo y la casa
La vivienda se fue ampliando progresivamente adquiriendo el aspecto actual de varias casas unificadas.

A la dcha. parte más antigua de la edificación
En tiempos de mi abuelo, la familia Beltrán tenía firmado un contrato de mediería con la propietaria de la misma. Como su nombre indicaba, era un contrato "a medias" en el que el propietario de tierras aportaba la finca y el mediero aportaba su trabajo y herramientas. Normalmente la cosecha se dividía a partes iguales entre ambos.

El matrimonio tenía un hija y un hijo. Este último, Ramón Beltrán Juan, nació en la casa en 1913, y tanto su padre como él pasarían a ser conocidos como "els gerreros o charreros".

Cuando llegaba la época de la trilla, la primera labor era la siega, formando fajos que posteriormente eran trasladados a la era. A continuación se trillaban con la ayuda de mulas o burros. Se apilaban tanto el grano como la paja para aventarlos con palas, para separarlos.


Una vez estaba ya limpio el grano, con la ayuda de capazos de esparto, se iba midiendo en les barcelles o talegas. Una barcella a su vez, se dividía en cuatro almuds y también había medidas intermedias.
De izq. a derecha: una barcella, mitja barcella i un almud
Midiendo el grano con talegas
Para asegurarse de que se cumplía lo pactado y no se entregaba menos parte de la cosecha, la propietaria de la casa, a la que recuerdan como "una señora mayor y con bigote", se sentaba a la sombra de una higuera y les decía de tanto en tanto a Ramón y a su padre: Una barcella per a tu i una per a mi, eh?


Y así hasta que terminaban de medir todo el montón de grano.

Esta familia estuvo trabajando en la Casa Gerres hasta poco después de la guerra civil aunque Ramón Beltrán la abandono un poco antes ya que después del servicio militar y la guerra se casó con María Sanjuán Camús y se montó un taller de bicicletas. Recuerdo haberle alquilado  una bici varias veces cuando yo era joven por 50 céntimos la hora. El matrimonio tuvo dos hijos, Ramón y Miguel. El primero vive en Villena y es quien ha compartido conmigo estos breves recuerdos.

Después de la familia Beltrán, la casa estuvo durante un cierto tiempo abandonada. Por aquél entonces, Joaquín Vañó, natural de Bañeres, trabajaba en la finca de la Font del Llop de Castalla, de la que ya he contado un par de historias en este blog, pero que se referían a una época posterior.

Joaquinet estaba casado con María Richart de Biar, hija del Tio Blayo el Forner, quien tenía un horno en la calle mayor. Del matrimonio nacieron cuatro hijos: Maruja, Eusebia, Blas y Josefina.

Para ir a pie hasta Biar debían recorrer una distancia considerable ya que debían primero bajar hasta el antiguo camino de l'Arguenya para luego continuar hacia el publo por la senda que pasaba junto a la Casa Gerres. Este sería el mismo camino que años más tarde harían, también a pie, Pepe el Rata y Pepe Xavos cuando trabajaban conmigo en la Casa de la  Font del Llop de Dalt extrayendo leña. Bordeando todo el Cabezo de Santonja se dirigían hacia la Casa Turría y finalmente, enfilaban en dirección a Biar pasando por esa casa.

En rojo, ruta seguida a pie por la familia Vañó y en amarillo, la que recorría yo pasando por la Casa Carrión, hasta la que llegaba en bicicleta, para luego seguir a pie. (c) Instituto Geográfico Nacional

Cada vez que el Tio Joaquinet la sobrepasaban decía: Tenim que comprar esta casa que està mig abandonada! Y finalmente fue una realidad. Acabó siendo suya y toda la familia se trasladó a vivir allí. 

La finca poseía algunos pozos en la parte baja que servían para dar de beber a los animales que tenían y que muy posiblemente en el pasado se construyeron para abastecer de agua a la fábrica de tinajas. Además la casa contaba con un aljibe para el uso doméstico. 

Restos de los pozos

Los años de sequía se veían obligados a coger un mulo con cuatro cántaros colocados en un "arganell" o aguaderas y se desplazaban hasta el nacimiento de la Quitranera.


Mula con  arganells
(c) Instituto Valenciano de Cartografía
Allá por los años 47 o 48 compró un gran rebaño de cabras blancas. En aquella época Paco Candela era el mayor propietario de la Sociedad de Montes así que acordó con él el uso de los montes de la Sociedad para pastorear el ganado. 


Pero el rebaño era tan grande que por donde pastaba no dejaba ya comida para que se alimentaran los conejos y las perdices. Como también los tenían alquilados a la Sociedad de Cazadores fue cuando surgió el conflicto.

El Tio Joaquinet se vio obligado a reducir el número de cabezas y retirar de la sierra a las que quedaron.

La familia además contaba con otro tipo de animales domésticos como gallinas y conejos, y es en esta parte de la historia donde por fin supe que era aquella construcción circular de piedras tan peculiar. Según me contó Maruja Vañó, originalmente era un refugio de canteros como los que siguen existiendo casi intactos en las canteras de áridos que están actualmente funcionamiento en las proximidades de la casa.
Aspecto que debía tener el refugio
Según me contó, cerca de la zona de bancales también hubo una cantera que en la actualidad es difícil de visualizar por los acondicionamientos posteriores del terreno para el cultivo.

Restos de la cantera

Foto aérea de los años 50 y vista actual donde se aprecian las modificaciones del terreno por extracción de piedra
Como el refugio no resultaba de utilidad en la finca, su padre desmontó la parte superior para reutilizar las piedras en los ribazos. Cerro totalmente la entrada del pequeño recinto circular que quedó y lo dedicó a la cría de conejos. 

Izq, lugar en el que estaba la puerta de acceso

La Casa Gerres sigue siendo de la familia del Tio Joaquinet aunque hoy en día ya no se utiliza como vivienda ni sus tierras están explotada como antes, pero sigue siendo un punto de interés para los amantes de los caminos.