Desde que las sociedades mercantiles están reguladas se distinguen dos tipos de socios: el capitalista y el socio-trabajador o industrial. El primero es el que pone el dinero y el segundo contribuye con su trabajo.
Mi padre y su hermano Ramón, aunque nunca usaran esa expresión para referirse a ellos mismos, durante una época de sus vida fueron socios-trabajadores. Bueno, no eran los únicos que aportaban su trabajo ya que siempre formamos parte del acuerdo alguno más, como es el caso de mi primo Juan "el chalao" y yo mismo. A final de la semana, pese a ser sólo unos niños, debíamos dar cuenta de nuestro trabajo al socio capitalista.
Como de lo que menos disponían ellos dos era de capital, buscaban alguna persona interesada en los negocios que pensaban montar, como por ejemplo el caso de Pepe "el Rata, que tenía ya un aserradero o Paco Candela, que era propietario de una almazara y además era socio mayoritario de la Sociedad de Montes, como ya he contado en historias anteriores.
Por su parte, aportaban trabajo pero también se encargaban de buscar los trabajadores que llevarían a cabo las tareas que requería cada una de las empresas.
Por su parte, aportaban trabajo pero también se encargaban de buscar los trabajadores que llevarían a cabo las tareas que requería cada una de las empresas.
A finales de los años 40, Paco Candela había adquirido un local en el Carrer els Horts (antes Carrer de l'Abreujador), a espaldas de la Bassa de la Vila, en el que anteriormente estaba la fábrica de loza del Tio Sebastianico.
Antigua fábrica del Tio Sebastianico |
En este edificio almacenaba normalmente las cosechas de esparto para cuya recogida contrataba a mi padre, que era el principal encargado de esta tarea, aunque le ayudaban otros jornaleros.
Bassa de la Vila, a la que llegaban los sobrantes de agua para destinarlos al riego |
Lugar en el que estaba ubicado el abrevadero y que daba nombre a la calle |
En esta misma calle había un molino de barniz.
Antigua entrada del Molino de Barniz |
A raíz de este trabajo, surgió la idea de crear una sociedad con mi tío Ramón y mi padre, con diversos fines: la extracción de leña de algunos montes de Biar, la fabricación de yeso, de tejas y ladrillos, de cofines de esparto y para el negocio de transportes.
Para la extracción de la leña mi padre busco trabajadores que ya habían colaborado con él en anteriores ocasiones como el Sequillero, el Tio Vicent Ramón y su hijo Pere . El transporte en carro lo hacían gente también de Biar: Primitivo y Moreno-Cova entre otros. La leña se vendía en los distintos hornos de Biar pero también proporcionaba materia prima a los de yeso y tejas de la Sociedad.
Extracción de leña para hacer carbón |
Hornos para la fabricaión de yeso |
También compraron el Teular de Marrisco para la fabricación de tejas y ladrillos, por lo que fue necesario adquirir mulas y carros.
Transporte de tejas en serones de esparto |
Se contrató para ello a la familia del Tio Pollastre.
Tejar |
Para la fabricación de cofines de esparto, destinados especialmente a la almazara de aceite, se trajo a la familia Cascales y a otras de la zona de Murcia, pero estos últimos no se quedaron a vivir en Biar. La parte que no era destinada a la Almazara de Paco Candela se destinaba a la venta.
Fabricación de cofines de esparto |
Lo guardábamos en un local junto a la fábrica de yeso y del mismo ya conté una de mis aventuras de adolescencia en la historia sobre la Calle de los Tejares.
Cochera en la que guardábamos el camión |
Se trataba de un GMC, camión americano de los muchos que fueron prestados a los aliados europeos, que contaba con 4 ruedas dobles en el remolque y 2 sencillas en la cabina.
Soldados rusos sobre un camión GMC durante la segunda Guerra Mundial |
Al terminar la guerra, los americanos encontraron más rentable venderlos como camiones de carga en Europa que llevarlos de regreso a su país. En España se adquirieron muchos para los negocios de minería y extracción de madera de los montes.
Cuando la sociedad lo compró estaba en peores condiciones que lo que aparentaba y a la vuelta de un viaje, yendo por la carretera de Villena, reventaron 5 de las 10 ruedas. Como cuatro iban dobles pudo regresar al pueblo redistribuyendo las que aun quedaban enteras.
Después de cambiarlas por otras nuevas, en otro viaje por la carretera de Cañada tuvimos un accidente del que salimos los tres ocupantes malheridos, el conductor con varias vértebras rotas, un trabajador que era de esa localidad con una brecha en la cabeza y yo con lesión en la rodilla. Aún puedo recordar como éste último, al ver la sangre brotando de su cabeza, gritaba: M'han matat! M'han matat!
Como era caro su mantenimiento, acabó afectando al resto de negocios y mi padre se salió de la sociedad. No mucho después los otros dos socios la disolvieron, principalmente por el negocio ruinoso que había resultado la compra de este GMC que acabó afectando al resto.